Nuestra Ventaja Como Inversores Particulares

Hola y bienvenido/a de nuevo a Invirtiendo en Calidad,

Cuando empezastes a invertir en bolsa, probablemente te preguntaste lo siguiente:

¿Puedo, como inversor particular, batir al mercado?

Cualquier inversor en sus inicios

Es probable que la mayoría de los inversores particulares subestimen sus capacidades al responder a esta pregunta, por lo que la respuesta más probable sería "no, no puedo hacerlo". Pero, ¿qué hay detrás de esta respuesta? En la mayoría de casos esta respuesta viene motivada por otros inversores y partícipes del mercado diciéndote constantemente que no puedes hacerlo. Su razonamiento es el siguiente:

La mayoría de inversores profesionales no pueden batir al mercado, así que ¿por qué creen los inversores individuales que pueden hacerlo?

Esta afirmación viene respaldada por datos. Según un informe de la IFA, no son muchos los inversores profesionales que han batido a su índice de referencia durante un periodo de 15 años. Las probabilidades de hacerlo parecen por lo tanto escasas:

Con esta evidencia empírica a nuestras espaldas, ¿por qué deberíamos pensar que podemos batir al mercado? Al fin y al cabo, muchos inversores particulares construyen una cartera de empresas individuales con este objetivo sin disponer de los recursos o conocimientos que tienen los profesionales de la inversión.

Si juntamos esta evidencia histórica con un poco de sentido común, podríamos argumentar que nuestras posibilidades son aún menores que las de los profesionales. Si un profesional centrado 24/7 en intentar batir al mercado con muchos más recursos que nosotros no puede hacerlo, ¿qué nos hace pensar que nosotros sí podemos? ¿Es una ilusión o realmente podemos hacerlo?

Para responder a esta última pregunta, es esencial comprender nuestra ventaja con respecto a los inversores profesionales (si es que tenemos alguna). Este es precisamente el objetivo de este artículo.

Sin más dilación, ¡empecemos!

Tipos de ventajas competitivas que puede tener un inversor

Antes de averiguar cuál es nuestra ventaja, debemos entender qué tipo de ventajas puede tener cualquier inversor. Yo las dividiría en dos grupos: de análisis (analytical en el gráfico) y de conducta (behavioral en el gráfico).

Fuente: Elaborado por Leandro

Ventajas de análisis

Una ventaja de análisis hace referencia a una ventaja en el puro proceso de analizar una empresa (análisis fundamental) o una acción (análisis técnico). Dentro de este grupo, he identificado dos subgrupos: de información y de habilidad.

  • La información se refiere a la disponibilidad de información para los inversores. Si un inversor tiene acceso a más información que otro, podríamos afirmar que tiene una ventaja de información. La información es clave a la hora de tomar una decisión de inversión, y disponer de más información es una clara ventaja competitiva.

  • La habilidad se refiere a la forma en que un inversor procesa la información. Si tienen acceso a la misma información, es poco probable que dos inversores lleguen exactamente a la misma conclusión o punto de vista sobre cualquier empresa. La información es objetiva, pero la forma en que los inversores la interpretan es puramente subjetiva. Warren Buffett tendría una ventaja de habilidad con respecto a un inversor inexperto, por ejemplo.

Fuente: Elaborado por Leandro

Ventajas de conducta

Las ventajas de conducta varían mucho de un inversor a otro. Básicamente se refieren a cómo se comportan los inversores después de realizar una inversión. También hemos identificado dos subgrupos algo relacionados: el emocional y el temporal.

  • Emocional se refiere a la forma en que los inversores gestionan sus emociones. Las emociones varían mucho de un inversor a otro y, en cierto modo, son innatas. Nadie elige con qué control emocional nace. Dicho esto, más adelante veremos cómo cada uno puede entrenarse para gestionar sus emociones.

  • Temporal se refiere a cómo se alinea el comportamiento de un inversor con su horizonte de inversión. Por ejemplo, si alguien afirma ser un inversor a largo plazo, pero entra y sale continuamente de la bolsa, sus acciones no están alineadas con su estrategia. En cambio, si alguien afirma ser un inversor a largo plazo y actúa de forma coherente con su estrategia, entonces su objetivo y sus acciones están alineados, y el resultado debería ser mucho mejor.

Ambas están muy relacionadas porque el desajuste entre objetivos y acciones (fallo temporal) es casi siempre resultado de una mala gestión emocional. Por el contrario, alinear objetivos y acciones suele ser posible cuando un inversor puede controlar sus emociones. Más adelante veremos cómo los profesionales tienen otro defecto en lo que se refiere al tiempo, que es innato a su profesión y no depende realmente de ellos.

Fuente: Elaborado por Leandro

¿Cuál es nuestra ventaja?

Ahora que conocemos los tipos de ventajas competitivas que puede disfrutar cualquier inversor, debemos tratar de identificar lo que podría diferenciarnos del mercado (si es que hay algo).

¿Tenemos una ventaja de análisis?

Vayamos directamente al grano diciendo que no creemos que haya ninguna ventaja de análisis de la que podamos disfrutar.

Puede que tengamos algún tipo de ventaja frente a otros inversores particulares porque investigamos a fondo y tratamos de entender muy bien lo que hacen las empresas que tenemos. Hace unas semanas hice una encuesta en Twitter. La pregunta era: "¿Cuántos inversores particulares leen los 10K antes de invertir en una empresa?". Por supuesto, las respuestas sólo reflejan las opiniones de los encuestados (no hechos estadísticos), pero debo decir que estoy de acuerdo con el resultado:

Esto no significa que debas apresurarte a leer los informes anuales a toda prisa, (nosotros ya lo hacemos por ti), pero demuestra que no muchos inversores particulares hacen sus deberes antes de invertir en una empresa. De nuevo, la encuesta anterior refleja opiniones, pero me he encontrado con muchos inversores particulares que nunca han leído ningún informe de la SEC. Esto está bien si subcontratas la investigación y confías en quien lo hace, pero dudo que muchos de ellos lo hagan, así que es una receta para el desastre.

Podríamos argumentar que, en efecto, tenemos una ventaja de análisis con respecto a muchos inversores particulares. Sin embargo, la ventaja no radica tanto en tener acceso a más información (ventaja de información) o en ser capaz de analizarla mejor (ventaja de habilidad), sino más bien en acceder realmente a la información de la que disponemos e intentar interpretarla, algo que muchos inversores particulares no consiguen hacer.

Aun así, el problema es que los mercados los mueven los inversores institucionales, no los particulares. Entonces, ¿tenemos una ventaja analítica con respecto a las instituciones? Mi respuesta:

Creo que la información pública disponible es más que suficiente para que cualquier inversor individual entienda y juzgue una inversión, pero los inversores institucionales pueden tener una ligera ventaja aquí. Por ejemplo, a menudo tienen acceso directo al equipo directivo, cosa que nosotros obviamente no tenemos cuando la empresa ya es de un cierto tamaño.

En cuanto a las habilidades, seríamos extremadamente valientes (y probablemente bastante estúpidos) si nos consideramos más sabios y experimentados que los grandes equipos de research de las grandes instituciones de inversión, compuestos por personas brillantes. No me considero el inversor más inteligente y con más conocimientos de la sala, ni creo que la inteligencia sea una característica crucial para ser un buen inversor. Hay dos citas de Charlie Munger que ilustran perfectamente nuestros pensamientos cuando se trata de una ventaja de habilidad:

Si crees que tu CI es 160 pero es 150, eres un desastre. Es mucho mejor tener un CI de 130 y pensar que es de 120.

Muchas personas con un alto coeficiente intelectual son pésimos inversores porque tienen un temperamento terrible.

Charlie Munger

La segunda cita es en realidad la más importante y nos lleva directamente a la siguiente sección del artículo.

¿Tenemos una ventaja de conducta?

Esta es nuestra ventaja. Una cosa es entender una empresa y analizar la información disponible que hay sobre ella, y otra muy distinta es ser capaces de aislar nuestras decisiones y nuestro comportamiento de las fluctuaciones del mercado.

Sin embargo, cuando se trata de una ventaja emocional, debemos tener cuidado al suponer que la tenemos. ¿Por qué? Porque la volatilidad afecta a todo el mundo. El problema es que afecta a todos de forma diferente. Una gran parte de cómo reaccionamos ante la volatilidad viene determinada por quiénes somos. Alguien puede tener muchos más problemas para soportar la volatilidad que otra persona que puede estar completamente relajada o tener una visión neutral de la volatilidad. Dicho esto, y a pesar de ser una característica innata, podemos entrenarnos para que no nos importe la volatilidad.

Por ejemplo, si estudiamos la historia bursátil, veremos que la volatilidad es el precio de admisión a los mercados financieros. Esto siempre ha sido así. Otra cosa esencial que debemos hacer para controlar nuestras emociones es evitar invertir dinero que necesitaremos a corto y medio plazo. No comprobar a diario cómo va nuestra cartera también ayuda. Si sufres los efectos emocionales de la volatilidad, intenta estar menos expuesto a ella. Estarás más contento, y probablemente tu cartera funcione mejor.

Nuestra conducta sí parece ser algo que puede ayudarnos a obtener mejores resultados que los inversores profesionales. Pueden tener todos los conocimientos que quieran y disponer de mucha información, pero si no pueden controlar sus emociones, esas dos ventajas competitivas no sirven de mucho. Y lo peor de todo es que están entrenados para no controlar sus emociones. Me explico.

Nuestra mayor ventaja competitiva reside en nuestro horizonte temporal. Tener acceso instantáneo a la información ha supuesto un cambio sustancial para el inversor particular y profesional, pero también conlleva algunas desventajas. Estar expuesto diariamente a decenas de titulares hace que separar el ruido de la señal sea mucho más complejo. Como resultado, muchos inversores confunden el ruido con la señal, lo que les lleva a entrar y salir constantemente de acciones. Observa cómo ha evolucionado el periodo medio de tenencia de acciones:

Como era de esperar, el periodo medio de tenencia se ha desplomado hasta mínimos históricos. De media, los inversores no son capaces de mantener una empresa más de 1 año en cartera, lo cual es bastante revelador, ya que las empresas rara vez cambian durante un periodo tan corto.

El auge de Internet y el acceso de los inversores particulares a la inversión a través de aplicaciones móviles es, sin duda, uno de los motores de esta tendencia. Sin embargo, no son sólo los inversores particulares los que operan en exceso; también lo hacen las instituciones.

Supongamos que las instituciones son "mucho mejores" inversores a largo plazo que los particulares y mantienen sus posiciones una media de 2 años (es una cifra inventada, y yo diría que podría ser incluso menos). ¿Son 2 años suficientes para que una empresa de alta calidad componga capital? La respuesta es no, obviamente.

Entonces, si este periodo no es suficiente para que las empresas prosperen, ¿por qué las instituciones no las mantienen más tiempo? La respuesta está, una vez más, en los inversores particulares.

Los gestores profesionales viven de las comisiones que cobran a quienes invierten en o con ellos. Las comisiones que cobran estos fondos suelen ser de dos tipos: comisiones de mantenimiento y comisiones de rentabilidad. Las comisiones de mantenimiento son las que el fondo cobra independientemente de la rentabilidad para cubrir los gastos generales, y las comisiones de rentabilidad son las que el fondo cobra sólo cuando el fondo ha ganado dinero. La cantidad que se gana con estas comisiones es mayor cuando los Activos bajo gestión son más altos, ya que suelen ser un porcentaje de estos.

El sector de la inversión es muy competitivo, con muchos gestores de fondos "luchando" por estos activos. Entonces, ¿qué crees que ocurrirá si un fondo obtiene malos resultados un año y rinde menos que sus homólogos y que el mercado? Lo has adivinado correctamente: el dinero sale de estos fondos y suele ir a parar a los fondos con mejores resultados. Así que la competencia por estos activos se convierte pronto en una competencia por el alpha o ‘outperformance’ continuo (recuerda que alpha mide la rentabilidad superior de un activo con respecto al índice de referencia), lo que puede perjudicar gravemente a los rendimientos a largo plazo. Es imposible encontrar un inversor que supere sistemáticamente los resultados en todos los entornos de mercado, pero aún así, la mayoría de los gestores de fondos se dedican a intentarlo cada año. Como dice Terry Smith…

Con demasiada frecuencia, los inversores tratan de encontrar gestores de fondos que puedan obtener los mejores resultados en todo momento y en todas las condiciones de mercado. El problema es que tal persona no existe. Pero el intento de encontrar a esta criatura mística lleva a algunos inversores a mover sus activos entre gestores, incurriendo en costes y, la mayoría de las veces, abandonando a un gestor cuyo estilo de inversión no está en sintonía con el mercado actual en favor de otro con buenos resultados recientes justo cuando están a punto de cambiar de posición.

Terry Smith (Investing For Growth)

La búsqueda de alpha continua tiene el efecto de convertir incluso a los gestores de fondos "a largo plazo" en inversores de corto plazo, y aquí es donde reside realmente nuestra ventaja. Lo bueno es que no tienes que jugar bajo estas reglas porque tus ingresos no dependen de tu rentabilidad trimestral o anual.

El mercado es extremadamente eficiente en valorar empresas a largo plazo, pero siempre hay situaciones a corto plazo en las que las valoraciones se desajustan debido a reacciones excesivas de particulares e instituciones. Es entonces cuando el inversor avispado tiene que actuar, centrándose en el negocio subyacente y tratando de abstraerse de los precios de las acciones.

Sé que 5 años es un periodo que parece muy largo, pero es realmente la única manera de cosechar los beneficios de invertir en empresas de alta calidad, y es donde reside realmente nuestra única ventaja competitiva.

¿Pueden los gestores de fondos evitar la trampa del underperformance?

Sinceramente, no puedo culpar a los gestores de fondos por su comportamiento porque así es como está montado el sector. Muchas de las empresas del sector ganan mucho dinero cuando los inversores operan (a través de comisiones), por lo que el mercado de valores se ha configurado como un casino, donde el objetivo es cosechar la mayor cantidad posible de estas comisiones.

Por supuesto, incluso si un gestor de fondos sabe que obtener mejores resultados cada año es imposible, el casino en el que se ha convertido el mercado de valores le obliga a ir a por ello, ya que sabe que los activos bajo gestión aumentarán de la mano de los resultados a corto plazo. Existe un claro desajuste entre los incentivos de los gestores de fondos (aumentar los activos bajo gestión) y su rendimiento a largo plazo (que les llevará a sacrificar los activos a corto plazo). Entonces, ¿qué pueden hacer?

No creo estar en posición de dar consejos a los gestores de fondos, ya que nunca he gestionado directamente el dinero de otras personas, pero sé lo que yo haría. Si un gestor de fondos quiere alinear sus incentivos con su orientación a largo plazo, la única manera es educar a su base de accionistas. Si los activos proceden de personas que creen en el largo plazo y no se asustan por los sobresaltos a corto plazo, los gestores de fondos no necesitarán perseguir el rendimiento cada año para evitar sacrificar estos activos. Un gran ejemplo de gestor que ha hecho esto es Terry Smith, que no se corta en recordar a los inversores en Fundsmith que si no son inversores a largo plazo, deben pedir su dinero y marcharse.

Contar con una base de accionistas bien educada también mejora el rendimiento a largo plazo del fondo ¿cómo? Si los gestores de fondos han enseñado a sus inversores a aguantar cuando las cotizaciones bursátiles están deprimidas, no se enfrentarán a reembolsos cuando más se temen: durante los mercados bajistas. Si estos inversores van un paso más allá y aumentan su inversión en el fondo cuando los precios de las acciones están deprimidos, el gestor del fondo tendrá más dinero para aumentar su exposición. Este ejemplo es bastante obvio si nos fijamos en otro gestor de fondos: Emérito Quintana. Es bastante activo en Twitter, donde compartió esta imagen hace alrededor de un año:

Fuente: Twitter

"Total_ent" es la cantidad de dinero que ha entrado en el fondo, y "total_sal" son los reembolsos. Como puedes ver, la diferencia entre entradas y salidas es positiva, lo que le da más dinero para invertir en acciones que se han desplomado, lo que podría inclinar el rendimiento al alza a largo plazo. El resultado anterior es imposible si los inversores del fondo están orientados al corto plazo y persiguen el rendimiento continuo.

Conclusión

Nuestro objetivo es superar al mercado a largo plazo, pero todas las estadísticas indican que se trata de una tarea compleja. Aunque estas estadísticas no son del todo fiables porque los incentivos de los inversores profesionales están totalmente desalineados con la rentabilidad a largo plazo, sabemos que no será fácil. El primer paso de nuestro viaje es identificar nuestra ventaja, y esperamos que este artículo te haya ayudado a comprender dónde está nuestra ventaja (y la tuya).

¿Qué tenemos que hacer a partir de ahora? Buscar empresas de alta calidad y dejar que compongan capital para nosotros, centrándonos en el negocio y aprovechando la volatilidad de los precios de las acciones.

Disclaimer: la información aquí contenida se expone a título meramente informativo y no constituye una recomendación de inversión. Cada persona es responsable de hacer su propio análisis y de tomar sus propias decisiones de inversión.

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